La obra del establecimiento de más de 300 metros cuadrados se hizo en 45 días con unas 25 toneladas de materiales reciclados como cubiertas de autos, latas, botellas y cartón junto con materiales tradicionales.
En la inauguración el ministro de Ambiente Sergio Bergman aseguró que el Estado tiene que estar presente para multiplicar, acompañar e instó a que estos emprendimientos se extiendan a todo el país.
El edificio, en el que funcionará la escuela primaria N° 12, fue construido con la ayuda de la organización uruguaya sin fines de lucro Tagma, el arquitecto Michael Reynolds y cuenta con financiamiento público y privado.
Se prevé que alumnos y docentes estén mudados en treinta días en el nuevo edificio.
La escuela se autoabastece de agua, energía y calefacción, produce alimentos y maximiza el uso de los recursos, permitiendo la transmisión de nuevos conocimientos. Por ejemplo se recolecta el agua de lluvia para reutilizarla al interior del establecimiento, los paneles fotovoltaicos llevan a cero el costo energético con temperaturas promedio de entre 18 y 25 grados y, además, alumnos y docentes obtendrán producción orgánica de alimentos a través de huertas de interior y exterior.
“Decidí sumarme a este proyecto porque estoy convencido de que hoy como sociedad llegamos a un punto en el que el daño que ya hicimos y que podemos hacer al Ambiente es tan grande que pone en riesgo los recursos que son fundamentales para la vida.Y el tipo de construcción que fuimos a dejar en Mar Chiquita brinda respuesta a muchos de esos problemas: Incorpora residuos en su construcción, reduce la cantidad de material virgen empleado, se abastece de agua de lluvia, la utiliza de manera eficiente y luego la trata cuando se transforma en efluente cloacal, se mantiene climatizado sin gastar energía, produce alimentos orgánicos y posee energía eléctrica de fuentes renovables”, argumenta Luciano López, un integrante de la ONG Amartya que se ocupa de la educación ambiental y participó del proyecto.A la hora de evaluar su experiencia, Luciano se emociona: “Fue muy intensa. Desde la obra en sí misma nos permitió aprender mucho sobre cómo funciona este tipo de edificios y cómo replicarlos. Pero creo que lo más importante del proceso sucedió alrededor de lo humano. Muchas personas habían dejado trabajos, familias y compromisos para venir a participar, el nivel de involucramiento era altísimo”.
Por su parte Daniel Aroxt, un publicista platense, cuenta que conoció el proyecto cuando su hija ingresaba a una escuela pedagógica pública "Las Algarrobas" de Arturo Segui y luego visitó la primera escuela sustentable de América del Sur ubicada en Uruguay: "Personalmente, siempre fuí un optimista de los que creen que va a primar lo bueno que todos llevamos dentro, y esta experiencia reforzó esa idea en mí, ya que por cada actitud mezquina o egoísta que podía ver tenía decenas de esas otras, de esas ejemplares, de las que dejan huella y nos enseñan a vivir".
"Ahora, después de 48 días ahí, miro para atrás y me voy llena de conocimiento: energía térmica y solar, tratamiento de aguas grises, reutilización de residuos. Fue emocionante ver a todos -incluso vecinos que se sumaron a último momento- trabajando, siempre con una sonrisa. Por suerte esto no termina, y se va a ir multiplicando en Latinoamérica", promete otra de las participantes, Patricia Mitterhofer.
Programa
El programa Una Escuela Sustentable busca construir una red de escuelas públicas autosuficientes en América Latina, con el fin de generar un
triple impacto: en los niños y niñas que habitan cada escuela, en la comunidad que la rodea y en la sociedad toda.
Para esto, se trabaja en el ámbito educativo, en el comunitario y en el masivo con distintos mensajes que apuntan a favorecer un cambio cultural
que impulse la protección al medioambiente, el uso racional de los recursos, la mitigación del cambio climático y que tenga como eje la
sustentabilidad de las relaciones humanas.
El programa es una iniciativa de Tagma, que articula la participación de diversos actores del sector público, el privado, la sociedad civil
organizada, el sector académico y la comunidad local, con el cometido de construir y habitar el mundo de formas más sostenibles, en una lógica
de intercambio con la naturaleza que se traduce en mejor calidad de vida.
EART H S H I P B I OT ECT U R E
Para construir la escuela sustentable, utilizaron el método
desarrollado por el reconocido arquitecto Michael
Reynolds y su empresa Earthship Biotecture, que desde
hace 45 años se dedica a la construcción de viviendas
autosustentables en todo el mundo.
Los Earthships están diseñados bajo seis principios
fundamentales que aseguran edificios totalmente
autosuficientes y confortables para sus habitantes.
Tagma y Earthship Biotecture se asocian en el programa
Una Escuela Sustentable con el fin de construir una
escuela pública autosustentable en cada país de
América Latina, creando una verdadera red de símbolos
en la región.
La escuela se basa en:
Un recorrido por la escuela:


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